jueves, 6 de septiembre de 2012

Por un Gobierno Español con criterio propio








Tradicionalmente el sector bancario ha sido importante para un país, ya que al realizar de intermediario financiero, ha impulsado la actividad económica y el empleo a través de la financiación al sector público, empresas y familias.

En la actualidad, parece que el sector financiero no está ejerciendo propiamente su papel puesto que está financiando básicamente al sector público (ha aumentado su financiación desde 2009 en 368.000 M de euros), el cual además está reduciendo su empleo, en detrimento de las familias y empresas (ha disminuido su deuda en 152.000 M de euros). Es lo que se llama efecto crowding-out, o efecto por el cual el sector público ha desplazado al sector privado en la financiación de su actividad, lo cual ha conllevado inexorablemente a una menor actividad y a una destrucción pronunciada en el empleo.

Dada esa importancia tradicional que comentaba de la intermediación financiera del sector bancario, según mi opinión, es completamente necesaria en estos momentos la realización de todas las reformas sectoriales que sean necesarias para que los bancos puedan volver a ser transmisores de la liquidez que en cada momento el BCE vaya introduciendo en el sistema para así poder reactivar la actividad económica y el empleo.

Ahora bien, en el pasado, las entidades financieras han cometido errores de apreciación de bulto en su afán por obtener resultados de corto/medio plazo. Hemos visto cómo no han sabido discernir en el tiempo qué era bueno y qué era malo para sus corporaciones. Es por ello que a mí me surgen ciertas dudas sobre si debemos confiar como país estrictamente en su criterio a la hora de realizar las reformas estructurales y sectoriales.


Con respecto a las reformas estructurales, creo que hay que destacar que:

-  No se realizaron en su momento las políticas de oferta cuando se necesitaban (en 2009, con la disminución de ventas de las empresas, la única vía para no haber destruido tanto empleo y empresas era mediante unos costes de despido más bajos)

-  Las reformas estructurales realizadas hasta el momento han tenido en el corto y medio plazo un efecto completamente contrario al deseado (destrucción de empleo y actividad)

-  Cuando se han realizado estas reformas, la mayor parte de las empresas menos los bancos ya habían ajustado sus plantillas.

Numerosos economistas defienden que las políticas de oferta y reformas estructurales se suelen realizar en los contextos más negativos puesto que si se hace en situaciones de expansión la ciudadanía no entendería estos esfuerzos. Personalmente, estoy en contra de esto. Tenemos una ciudadanía completamente preparada para responder positivamente a las reformas estructurales que sean consideradas necesarias en cada momento, ya sea en crisis o en expansión.

Es por ello que personalmente hubiese esperado a realizar todas estas reformas en un momento de ciclo mejor. Seguramente, hubiera existido una menor destrucción del empleo, aunque quizás no se habrían beneficiado o no se podrían beneficiar de esas reformas las entidades financieras como lo están haciendo. 

Adicionalmente, creo que se debía haber diferenciado sectorialmente el coste del despido: no puede costar lo mismo el coste de despido de una empresa industrial pesada que el de una empresa de servicios.

Una disminución del coste de despido favorece la flexibilidad de las empresas para ajustar sus costes fijos ante caídas bruscas de sus ingresos.

Pues bien, en una empresa industrial los costes fijos son elevadísimos y los pocos que se pueden reducir son los costes salariales. Los márgenes de este tipo de empresas son reducidos. En el caso extremo de una reducción de los ingresos de un 40%, la plantilla debe reducirse drásticamente. Si el coste del despido es elevado pueden suceder dos cosas:

- Que no se pueda despedir a la plantilla necesaria por el alto coste del despido lo cual conllevaría quizás al cierre de la empresa al ser las pérdidas muy abultadas

- Que se tengan que afrontar altos costes por despido que conlleven pérdidas abultadas que amenacen la viabilidad de las empresas.

En las empresas de servicios, los costes fijos son mínimos y por ello no son tan relevantes los efectos del coste del despido. Si se reducen los ingresos bruscamente también lo pueden hacer los costes variables (la mayor parte de los costes). Por tanto, en este caso el coste de despido podría ser mayor.

Ello supone un agravio comparativo importante entre empresas (industriales respecto a las de servicios) y una penalización sectorial innecesaria para los trabajadores de las empresas de servicios (coste de despido menor de lo que debería ser -bancos también claro-).

Hay que tener en cuenta también que, si bien los bancos son una importante fuente de transmisión de liquidez para activar la economía, se trata de una industria que se encuentra en plena reconversión derivada de la introducción de las diferentes innovaciones existentes (banca online,...).

Es un sector donde en el futuro será difícil destacar vía diferenciación en productos y servicios (acrecentado con la estandarización tecnológica) y donde la única vía para la competitividad en el largo plazo será la diferenciación en costes.

Dado que los gastos de personal y oficinas son muy importantes en sus cuentas de resultados, parece inevitable una reducción drástica de ambas partidas y más teniendo en cuenta la demanda futura de sus clientes: existen estudios que indican que las generaciones futuras demandarán cada vez más los servicios online (en Alemania, por ejemplo, si en 2010 utilizaban la banca online un 35% de los clientes, para 2020 está estimado un 43%, para 2030 un 55%, para en 2040 un 68%, llegando al 84% en 2060).

Es por ello que hay que destacar en el momento actual que es una industria que será netamente destructora de mucho empleo en los próximos años.

Se habla mucho de no volver a crecer en sectores relacionados con el ladrillo pero pocas veces se habla de esta destrucción en el empleo en el sector financiero y en su papel futuro, aunque también es cierto que por otra parte este sector seguirá jugando un papel esencial en el impulso de la financiación de la actividad económica.


En relación a las reformas sectoriales, en mi opinión el Gobierno Español debería:

- Aprovechar el apoyo al sector bancario para exigirle la financiación de aquellas actividades que generen valor en el largo plazo siguiendo las directrices estratégicas europeas.

- Velar por la propia supervivencia en el largo plazo de estas entidades financieras (dadas las experiencias pasadas negativas), por el desapalancamiento del sector y por el desapalancamiento del total del sistema (puesto que al final de todo quien está garantizando gran parte de ello es el propio Reino de España). En este contexto, no se entiende cómo se puede llegar a permitir un aumento del apalancamiento del sistema a través del banco malo, puesto que aumenta el apalancamiento global, su coste y la viabilidad de su retorno. No se deberían permitir pagos a los bancos mediante instrumentos de deuda pública ya que permiten apalancar más a entidades y conjunto del sistema.


Finalmente, hay un aspecto que me parece relevante destacar con respecto al poder de las grandes entidades financieras del país en las sucesivas reformas financieras que han acabado en la creación del banco malosu posible participación en él.  

Según mi opinión, este aspecto (de aprobarse así) es particularmente grave porque:

-  Se ha dado dinero público para financiar una actividad (banco malo), de la que luego se pueden beneficiar empresas privadas. No sé hasta qué punto Europa participará de esta intención: dinero público europeo para financiar una actividad de la que saldrán beneficiados bancos privados españoles.

-  Ya se han dado ayudas a bancos que luego son o pueden ser adquiridos por estos principales bancos del país. Ya previamente han salido beneficiados y quizás también en el futuro.

-  A 15 años estas participaciones en el banco malo proporcionarán grandes beneficios (el plazo es muy elevado) y quizás es demasiado premio acumulado a lo realizado.

-  Puede ser que haya quien diga que existe conflicto de intereses, puesto se puede considerar que esta decisión se ha producido como contraprestación de anteriores servicios prestados (compra de deuda pública española con asistencia del BCE; este aspecto ha sido creado en Europa y, según mi opinión, por ello allí se debe enmendar).


Personalmente creo que el Gobierno debería valorar seriamente la conveniencia de esa participación en el banco malo de las principales entidades financieras del país.

Todo y eso, si finalmente se decide así, como mínimo el Gobierno debería incluir algunos condicionantes para el bien del país y de Europa, que bien podrían ser el mantenimiento de un % del empleo en Europa en los próximos 15 años y la obligación de reinversión de los beneficios futuros del banco malo en la UEM, de donde precisamente salen los fondos.

El Gobierno tiene poderosas razones para introducir condicionantes (ayudas de la UEM, beneficios futuros elevados del banco malo, evolución estratégica sectorial destructivo en empleo futuro, ayudas dadas a bancos que pueden acabar en la órbita de los mayores bancos del país y las que se darán, menores costes de despido ahora y del que correspondería sectorialmente,...) y conviene que lo haga. Por el bien de los españoles y de los europeos. Qué menos !!




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