miércoles, 24 de octubre de 2012

Europa y España: Palabras no, hechos








Ante el cúmulo de declaraciones y opiniones de los diversos líderes y países europeos, existe un casi total desconcierto en la población europea y española acerca de cómo se encuentra el actual proceso de construcción europeo.

Según mi opinión, las personas, empresas, organizaciones, países y organismos internacionales se definen por los hechos y no por las palabras.

Es por ello, que si se quiere evaluar objetivamente la situación actual del proceso de integración europeo se deben, según mi opinión, únicamente tener en cuenta los hechos y no las declaraciones de intenciones, que se las puede llevar el viento o no.

Es por ello que es preciso destacar sólo los hechos relevantes acaecidos hasta el momento:

-   En Junio se tomó la determinación de avanzar en el proceso de integración europeo a través del compromiso a favor de la unión bancaria, política y fiscal, a añadir a la unión monetaria y económica ya consolidada en anteriores hitos de la construcción europea. Un paso contundente hacia la consolidación del proyecto europeo.

-   Por otra parte, no se avanzó en un compromiso firme de aplicación en el tiempo, a pesar de que se consideró como fecha probable para la unión bancaria el año 2013.

-    Pese a que, desde España se consideró que las ayudas europeas no computarían como  deuda pública, los compromisos alcanzados no dejaron del todo clara esa consideración.

-   En el pasado Consejo europeo, Alemania impuso su criterio y postergó la unión bancaria a 2014. Y no sólo eso, consiguió que no se consideraran las ayudas de forma retroactiva, lo que ha sido refrendado por la UE con un aumento del déficit público español para el año 2011 por las ayudas proporcionadas a la banca hasta ese momento.


Así pues los hechos hasta el momento constatan que:

-   El proyecto europeo desde junio parece irreversible

-   Alemania, con la determinación del Consejo Europeo, ha logrado acotar las ayudas a realizar a países como España al establecer la no retroactividad de las ayudas.

¿Hasta qué nivel las ha acotado?

Desde España se ha tomado como cierto que, al realizarse la unión bancaria en el año 2014 si bien no se tomarán en consideración las ayudas pasadas y presentes (el Informe de Oliver & Wyman las cifraba en 40.000 M de euros), será probable que las ayudas futuras europeas no computarán como deuda pública a partir de esa fecha.

Ahora bien, quizás Alemania al no considerar las ayudas retroactivas puede tener un as en la manga no considerado.

Siempre en el peor de los casos, los países europeos más poderosos pueden argumentar que el origen de las ayudas a realizar provienen de préstamos realizados en el pasado y que, por tanto, puede aplicar la no retroactividad también en el futuro (para cuando exista el supervisor bancario). Pareciera difícil que esto ocurriera pero lo cierto es que siempre en un caso extremo tendrían esta posibilidad.

De hecho, la Sra. Merkel dijo tras el Consejo Europeo que "no va a haber ninguna recapitalización directa retroactiva, sinó que sólo habrá, una vez que sea posible la recapitalización, esa posibilidad en el futuro". 

Así, Alemania y los principales países europeos podrían llegar a acotar de forma relevante en el futuro el riesgo España. 

Ello podría conllevar que la mayor parte de las ayudas futuras a la banca quizás las tuviera que sufragar el erario público y que, por tanto, la deuda pública sobre PIB se podría ir perfectamente al 120-124% sobre el PIB a muy largo plazo (entre 2016 y 2020) si se quisiese salvar a toda la banca y no se tomasen medidas económicas adicionales.

En este contexto, nuestras finanzas y nuestra actividad económica podrían quedar en el muy largo plazo muy tocadas al requerirse durante largos períodos de tiempo políticas restrictivas de demanda junto con políticas de oferta de resultado muy diferido.

Ahora bien, parece que al ser España un país demasiado grande para caer es difícil que les interese a los principales países europeos (por los efectos colaterales que ello pudiera tener) que España no pueda repagar sus deudas y que por tanto, si bien podría suceder perfectamente que España estuviese a muy largo plazo en una situación con un altísimo nivel de deuda pública y con una muy baja actividad económica, lo más probable es que se le fuesen dando plazos y facilidades para que fuera repagando como pudiera la deuda a 10 o 20 años vista. Eso desde luego sería fatal para la economía española y para los españoles.

Es por ello que quizás es necesario para España y los españoles que se empiecen a tomar decisiones importantes. 

¿Qué se puede hacer desde España para aligerar la deuda pública y a la vez conseguir ganar la confianza de los acreedores para que no lleguemos al extremo de que los principales países europeos determinen que todas las ayudas europeas computen como deuda pública?

-   Solicitar el rescate financiero para reducir el coste de la deuda, y hacerlo repagable

-   Renegociar los plazos de instrumentación de políticas

-   Renegociar los plazos de pago de la deuda

-   Negociar políticas de crecimiento en la UEM

-   Instrumentar políticas de reequilibrio del déficit público que minen lo menos posible la actividad económica: reducción de gastos y aumentos de impuestos (en línea con lo que se realiza en la UEM) junto con políticas de oferta de forma que afecten lo menos posible al consumo privado. En el caso de políticas de oferta, con este fin, se podría quizás negociar un período de aplicación postergado.

-   Aceptar que no todas las deudas privadas se van a poder pagar


Este último aspecto puede llegar a ser relevante para ganar la confianza de los acreedores extranjeros.

Alemania puede considerar que los importes a destinar al sector bancario español son y, sobre todo, serán tan elevados que quizás en el extremo no los podrán o querrán asumir.

En el extremo, temen que les costará mucho menos sufragar las pérdidas en deuda pública española a través de inyección directa de fondos en sus bancos (los que necesiten ayuda) que ayudando a España y a sus bancos. Temen que en ese punto la opinión pública alemana podría aceptar mejor que los fondos se destinasen a las entidades del país y no a España y sus entidades financieras.

Según mi opinión, en la actualidad, España tiene dos alternativas:

-  No hacer nada, es decir, seguir intentando salvar a todas las entidades financieras, lo cual nos llevaría quizás a unos niveles elevadísimos de deuda pública y a una actividad económica deprimida durante quizás 10-20 años

-  Empezar a considerar que no se puede salvar a todo el sistema financiero español, reduciendo así el impacto en la deuda pública y posibilitando un crecimiento futuro más próximo en el tiempo. 

Dentro de esta segunda alternativa, España podría empezar a pensar en la instrumentación de un protocolo de actuación en el sector bancario.

Este protocolo podría contemplar la asunción de pérdidas por parte de los acreedores privados, que bien podría inicialmente ser de la siguiente forma:

-   En las entidades sistémicas en mala situación realizarse un bail-in (paso de deuda de acreedores privados a capital social) por el importe correspondiente a las pérdidas ocasionadas en relación al % de deuda existente de cada acreedor privado respecto al total. Por ejemplo, en el caso de pérdidas de 10.000 M de euros de una entidad financiera, si un acreedor tuviese un 10% de la deuda (p.ej. 5.000 M de euros respecto a 50.000 M de euros), este acreedor debería dejar de tener 1.000 M de euros de deuda y pasaría a tener 1.000 M de euros en capital (quedándose sólo con 4.000 M de euros de deuda). De esta forma, las entidades financieras en esta situación neutralizarían el impacto de dichas pérdidas en sus fondos propios (y el deterioro de su balance), asumirían los acreedores su responsabilidad en la apuesta fallida y aumentaría además su interés por la buena marcha de la entidad financiera. Así, también los accionistas actuales verían diluida su participación, con lo que asumirían la responsabilidad contraída en el origen y no los ciudadanos españoles que poca responsabilidad tienen en ello. También de esta forma se evitaría la posible contaminación temprana de las entidades sanas si se vieran en la tesitura de tener que quedarse con entidades financieras en situación muy complicada. En cuanto el deterioro económico del país se parara y no fueran necesarias muchas más provisiones, se debería evaluar la viabilidad de estas entidades financieras por sí solas y, sólo en el caso de que éstas no fueran viables, se podría proceder a su colocación al mejor postor.

-   Las entidades no sistémicas en mala situación: liquidación de las entidades asumiendo los acreedores y accionistas la pérdida correspondiente y garantizando el estado todos los depósitos por debajo de los 100.000 euros (límite asegurado legalmente).

En la actual situación, Alemania puede estar ya considerando en el extremo ayudar a sus bancos directamente y la posibilidad de que sea el erario público español quien se haga cargo de todas las ayudas públicas a la banca española.

Es por ello que creo que España debería empezar a tomar decisiones y una de las más relevantes podría ser que no puede salvar a todo su sector bancario.

Al aceptar eso desde España se estaría facilitando:


1.  Menor crecimiento de la deuda pública respecto a PIB y mayores posibilidades de repago

2.  Menor deuda privada española y aumento de las probabilidades de repago

3.  Neutralizar el efecto de las pérdidas en la capitalización de las entidades sistémicas en mala situación y no deterioro de su situación

4.  No contaminar a las entidades financieras viables

5.  Menores necesidades de inyección de capital por parte de los países europeos (y Alemania) a sus bancos

6.  Menores necesidades de inyección de capital por parte de los países europeos (y Alemania)  los bancos españoles y a España

7.  Mayor confianza de los países europeos sobre el repago al ser la deuda menor

8.  Por ello, mayores posibilidades de que las ayudas europeas no computen en el extremo como deuda pública, lo cual podría suponer para España una rebaja sustancial de la deuda pública respecto a PIB

9.  Al no ser tan elevada la factura, las políticas contractivas de demanda no deberían alargarse tanto en el tiempo ni ser tan agresivas y, por tanto, se podría acelerar la salida de la crisis, la actividad actividad económica y minorar sus efectos sobre la economía real.

10. Las políticas de oferta podrían tener unos períodos de aplicación más cercanos en el tiempo y además con efectos muy positivos sobre la actividad económica


En definitiva, los acreedores internacionales lo que quieren es confianza en el repago de las deudas contraídas. Y ella sólo se consigue por dos vías: o aumentando los ingresos para poder repagar o disminuyendo la factura a pagar. Si todos los analistas internacionales y entes nacionales, internacionales y supranacionales coinciden en que no se podrá realizar vía ingresos, es pues imprescindible tomar medidas para reducir la factura.

Lamentablemente, hemos constatado que el coste de no hacer nada para España va incrementando cada día que pasa y que seguirá la misma tendencia. 

Es hora, pues, de tomar decisiones.

Debemos pasar de las palabras a los hechos y sólo considerar los hechos y no las palabras.

Podemos y debemos. 







miércoles, 10 de octubre de 2012

Retraso quizás sí, inacción no.








Desde los acuerdos de junio de 2012, y las insinuaciones del gobernador del Banco Central Europeo en julio al respecto de la necesidad para obtener ayuda europea de solicitar expresamente un rescate, el Gobierno Español ha tenido tiempo suficiente para solicitarlo a cambio de unas condiciones (negativas en el corto y medio plazo) que iban y van a acabar aplicándose sí o sí, dada la altísima dependencia financiera española del exterior actual y futura.  


Según mi opinión, es importante mencionar que este posible rescate también tenía y tiene varias consecuencias positivas:

-   Asegurarse la renovación de la deuda pública que va venciendo sin seguir perjudicando la solvencia de la gran banca española (BBVA y Santander han sido los máximos compradores de deuda pública ante la huída del capital extranjero, financiados a su vez por el BCE a través del sistema Target).

-   Asegurarse la financiación de los sucesivos déficits públicos futuros dentro del proceso de desapalancamiento de la economía española.

-   En caso de que interesase, asegurarse la posibilidad de financiación de las entidades privadas en problemas.

-   Asegurarse unos tipos de interés aceptables para la financiación de la deuda pública y por ende la privada.

Teniendo en cuenta que de aquí a final de año queda pendiente de vencimiento deuda pública por un importe aproximado de 70.000 M de euros y que habrá que financiar los sucesivos déficits públicos y deuda a vencer futura,

¿Qué implicaciones podría tener el no solicitar el rescate?

1.  Dificultad de financiación de esta deuda pública, dada la aversión al riesgo del capital extranjero toda vez existen previsiones de decrecimiento de la economía española y dificultades en el retorno de la deuda.

2.  Necesidad de que los grandes bancos sigan comprando deuda pública española. Hoy BBVA y Santander tienen más de 105.000 M de euros de deuda pública. Para ver la importancia de esta cifra en función del tamaño de los dos bancos, simplemente se puede estudiar qué efectos tendría una quita del 40% en los dos bancos: supondría el 46% de su capitalización bursátil conjunta actual. Si esa cifra, por inacción del Gobierno debiera subir, se podría poner en cuestión la solvencia de las dos entidades o por lo menos una de ellas. Ello sería así salvo que se considerase la posibilidad de salida del euro de España y que se redujera la cuantía de deuda de los bancos en el sistema Target en parecida forma a la devaluación futura que se pudiera realizar. Por lo que se puede observar esta vía parece casi imposible si España quiere seguir en el entorno euro. (Personalmente, creo que hay que valorar el crecimiento económico de nuestro país desde nuestra entrada en la UEM, y la estabilidad política y económica -tipos de interés, inflación,..- que ello conlleva a la hora de tomar determinadas decisiones).

3.  Tipos de interés más elevados de lo que serían en caso de solicitar el rescate.

4.  Riesgo de que cuando el endeudamiento español sea incluso mucho mayor (en el extremo máximo, por este círculo vicioso en el que nos encontramos), y al no haber implicado demasiado dinero público de las principales economías europeas, estos países tengan la tentación de invertir directamente dinero en los bancos que tienen deuda pública española para hacer frente a una quita en lugar de invertir su capital público para reflotar las economías de los países periféricos (porque les salga más a cuenta).

5.  Extrema dificultad de renovación de la deuda pública que vence en 2013, 2014 y 2015, así como los déficits públicos estimados para ese período.

6.  Gran dificultad de renovación de la deuda privada (básicamente del sector financiero) que vence en 2013, 2014 y 2015.

7.  Grave dificultad de financiación de nuevas provisiones a las que quizás nuestro sistema bancario deberá hacer frente (que voy a intentar cuantificarlas más adelante).

8.  Dadas las dudas existentes y los importes acumulativos, también puede incluso existir dificultad de financiación de las necesidades adicionales de capital de los bancos derivadas de la aplicación de los criterios de Basilea III. Todo suma.


En resumen, las implicaciones del NO RESCATE podría ser la inexistencia de acreedores con capacidad suficiente dispuestos a prestar al Estado y a todo el Sector Privado. Lo cual podría hacer descartar la factibilidad de esta opción en el entorno europeo de medio y largo plazo.




Suponiendo que SÍ se pidiera el RESCATE, la economía española podría seguir financiándose y ganaría tiempo para poder seguir reestructurando la economía española e impulsando mejoras en su competitividad, necesaria ésta para el crecimiento y por ende financiación de la economía española.

Ahora bien, con el rescate existirían, además de las condicionalidades, otros riesgos derivados de la evolución pasada y futura de la deuda pública y privada:



- En cuanto a la deuda del sector público, la Comisión Europea en julio realizó un estudio sobre los siguientes escenarios para la deuda pública española según la evolución de nuestra economía:

En el escenario menos favorable de tipos de interés consideraba los mismos costes financieros existentes en julio para los años 2012 y 2013, y luego una normalización de los costes.

El escenario más desfavorable consideraba tipos de interés del 8% en los plazos largos y del 6,5% en plazos cortos.

En ambas casuísticas de tipos de interés con decrecimiento del PIB, la deuda pública respecto a PIB en 2015 seguirían altas (96% y 98,4% respectivamente) en relación a la cifras consideradas como correctas hasta hace pocos años (60% del PIB) pero no se alejarían demasiado de la media de la deuda pública de gran parte de países avanzados, con lo que se podrían dar como aceptables. Para 2020 parece que las cifras serían algo elevadas (107% y 112%). En todo caso se debe destacar que, en ausencia de intervenciones de políticas económicas, la deuda respecto a PIB no se esperaba que se estabilizara antes del 2020.

Ahora bien, la Comisión no consideró la posible evolución de la deuda privada española y sus posibles efectos (en el caso de ser asumida por el sector público) sobre la deuda pública y quizás sobre los costes de financiación (como consecuencia de ello). Es por ello que es relevante evaluar la posible evolución futura de la deuda privada (en 2011 era de un 213% respecto al PIB o sea aproximadamente unos 2.130.000 Millones de euros).



- En cuanto a la deuda del sector privado, pese al proceso de desapalancamiento del sistema, existe un hecho que merece una particular atención: el sector bancario español sufre de un fallo de estructura de balance dado que tiene financiaciones a muy largo plazo (vencimientos de 20 o 30 años en deuda inmobiliaria) y su deuda tiene un vencimiento mucho menor (lo cual es particularmente negativo y desestabilizador en una casuística de inexistencia de acreedores dispuestos a prestar dinero como ya se ha comentado).

Además, coincido con la Comisión Europea, en que la evolución de la deuda privada española tiene 3 riesgos adicionales:

-  Un tercio de la deuda privada se ha realizado sobre inmuebles (82% del PIB, aproximadamente 820.000 M de euros) con lo que existe una sensibilidad especial a una caída brusca en el precio de los activos.

-  La deuda corporativa supone el 135% del PIB (aproximadamente 1.350.000 M de euros), una gran parte de ella vinculada al sector construcción e inmobiliario (43% de la deuda total de corporaciones no financieras), con muy débiles perspectivas.

-  Un 90% de la deuda sobre inmuebles son hipotecas a tipo de interés variable (738.000 M de euros), con lo que existe una gran sensibilidad a subidas de tipos de interés. Riesgo no relevante hoy,  pero que se puede tener en consideración a futuro.


Es decir, pese a que se está intentando desapalancar el sistema (mediante incentivación del ahorro y desincentivación del endeudamiento) y se han tomado medidas relevantes (banco malo) puede suceder que el sistema financiero deba asumir nuevas y adicionales provisiones:

-  Si bien las insolvencias en las hipotecas en la actualidad son sólo el 3% del total, derivado de la existencia de ayudas familiares en el caso de existencia de situaciones problemáticas en el seno familiar, el constante deterioro de la economía española puede acabar por incrementar las insolvencias en este capítulo. Un supuesto factible podría ser que de aquí a 2015 o 2016 las provisiones debieran ser aumentadas en entre 20.000 M de euros y 30.000 M de euros. 

-  En cuanto a la deuda corporativa, la caída del crecimiento económico general podría ser compensada por ingresos de las corporaciones en el extranjero en el caso de que mejorase la competitividad de la economía española. También es cierto que existen débiles perspectivas en el sector construcción e inmobiliario que podrían trasladarse en un aumento de las necesidades de provisiones por insolvencias de las corporaciones con intereses en dichos sectores. Una hipótesis podría ser un aumento de las provisiones por morosidad a realizar en la cartera de deuda corporativa hasta 2016 de entre 60.000 M y 70.000 M de euros.   

-  Dado que la Comisión Europea prevé una caída del 25% del valor de los bienes inmobiliarios hasta 2013, bien podrían necesitarse de forma conservadora entre 15.000 M de euros y 20.000 M de euros en provisiones adicionales.

-  No se toma en consideración el riesgo de tipo de interés, al ser ahora no demasiado peligroso,  pero quizás sería interesante conocer en el horizonte temporal del año 2020 cuáles podrían ser los efectos sobre los préstamos de la banca de una subida brusca de los tipos de interés. 


Además, las entidades financieras van a necesitar más capital para adaptarse a los requisitos de Basilea III (diversas fuentes las estiman en torno a 40.000 M de euros adicionales).

En resumen, en 2015 o 2016 la banca española podría llegar a necesitar entre 135.000 M de euros y 160.000 M de euros adicionales. Además en un entorno en que gran parte del sistema financiero ya no tiene financiación externa ni para renovar la deuda que le va venciendo (y por supuesto menos para captar mayor capital o asumir nuevas provisiones).

También es cierto que, si en los tres años anteriores la banca ha sido capaz de provisionar por sí sola grandes cantidades cercanas a 100.000 M de euros, siendo voluntarista se puede presuponer que en los próximos años puede seguir realizando el mismo esfuerzo de forma similar. Por ello, se podría aplicar una rebaja de 80.000 M de euros a esas necesidades de capital hasta 2016, con lo quedaría por financiar en el mejor de los casos unos 55.000 M de euros y en el peor de los casos unos 80.000 M de euros adicionales. 

No se ha tomado en cuenta los efectos del riesgo de tipos de interés sobre una cartera de préstamos de 738.000 M de euros. Aunque el riesgo tipo de interés hoy no es un riesgo relevante, sí lo puede ser en un plazo tan largo (hasta 2020) y en un entorno de menores ingresos per cápita. 

Ahora bien, si se asumiera por parte del Estado esas necesidades adicionales del sistema financiero, la deuda pública española podría aumentar de forma aproximada hasta 104%-107% sobre el PIB en el año 2015 y 117%-120% sobre el PIB en el año 2020 (teniendo en cuenta los estimados de la Comisión Europea de deuda pública con escenario de tipos de interés desfavorable y shock negativo en el PIB).

Y ello sin tener en consideración un posible aumento de las primas de riesgo estimadas en los escenarios de la Comisión Europea. 

Así pues, en esta casuística se podría estar cercano a un punto peligroso donde los acreedores pudieran tener dudas acerca del retorno del capital. 


En todo caso, teniendo en cuenta que este Gobierno sí tiene los conocimientos y experiencia necesaria para prever todos estos problemas, no se acaba de entender los motivos de su inacción en el caso del rescate, siendo éste tan necesario para tener tiempo dentro del entorno euro para seguir desapalancando y reestructurando la economía española, mejorando la competitividad vía reformas y rebalanceando nuestro tejido empresarial hacia al sector exportador para poder financiar mejor la economía española.

No se acaba de entender esta inacción además cuando las condiciones de los acreedores van a tenerse que aplicar sí o sí: cuando alguien debe dinero y necesita más dinero para poder seguir financiándose, debe aceptar las condiciones que quieran poner los acreedores porque éstos las exigen para seguir financiándole.  


Ahora bien, otra cosa sería (como sería deseable y posible) que se estuviese aprovechando el momento para cerrar planes de estímulo económico a nivel europeo y una flexibilización de los objetivos de control de la inflación del BCE de caras a potenciar un mayor crecimiento económico en la UEM. 

Si hubiese crecimiento económico, según los escenarios mencionados de la Comisión Europea, la deuda pública española respecto a PIB asumiendo las nuevas necesidades privadas podría descender con escenarios desfavorables de tipos de interés hasta situarse en el 2015 de forma muy aproximada entre 98% y el 101% y en el 2020 entre 111% y 114%. Con escenarios favorables de tipos de interés, la deuda pública española respecto a PIB podría descender al 96%-99% en 2015 y a 109%-112% en 2020. 

Así pues, no es lo mismo tener 109%-112% de deuda pública en relación al PIB en el 2020 (caso de decrecimiento y tipos desfavorables) que 117%-120% en relación al PIB (con crecimiento y tipos favorables)No es lo mismo. 

Con estos niveles de deuda y la situación actual y futura de la economía española, hilar muy fino no deja de ser algo muy positivo: facilita el repago de la misma vía menor deuda y en caso de crecimiento económico vía mayor generación de recursos.

Si el retraso tuviera que ver con estas motivaciones de búsqueda de compromiso de crecimiento podría incluso llegar a ser comprensible. Pero ojo: el retraso quizás sí sería entendible, pero la inacción seguro que no.

Por cierto, atención con el retraso. Hay que tener en cuenta que igual puede llegar el día en que los principales países europeos piensen que les sale más a cuenta NO proporcionarnos el RESCATE aunque España lo quiera. 

Habrá que ir pues tomando rápidamente las decisiones. 





martes, 2 de octubre de 2012

Penas con pan



 

España ha sufrido en toda su historia numerosos problemas de pago en su deuda pública:

Monarca
Año

Felipe II
1557
Suspensión de asientos
1575
Suspensión de asientos
1597
Suspensión de asientos
Felipe III
1607
Renegociación asientos
Felipe IV
1647
Suspensión de asientos
1652
Suspensión de asientos
1662
Suspensión de asientos
Carlos II
1666
Suspensión de asientos
Carlos IV
1799
No se pagan los intereses
Fernando VII
1914-1820
Déficit
Isabel II
1866
Quiebra de la deuda
Guerra Civil
1939
Impago deuda republicana

Según mi opinión, tiene un interés especial recordar el Reinado de Isabel II (1833-1868), el cual acabó con un final desgraciado. No en vano llamaron a la Reina, la Reina de los Tristes Destinos.

Varios hechos marcaron ese final desgraciado:

-          La Reina interfirió, influenciada por sus ministros y religiosos de la corte, con frecuencia en la política de la nación lo cual la hizo impopular entre los políticos.

-          La creación de la Red Ferroviaria supuso un boom que sirvió para enriquecerse a muchos personajes de la clase noble (la madre de la propia Reina o el Marqués de Salamanca, recibiendo éste incluso tratos de favor en forma de subvenciones y otras prebendas).

-          La inversión realizada en la construcción del ferrocarril fue descomunal y se realizó vía finanzas públicas y endeudamiento público.

-          Esta inversión también comportó la financiación por parte del capital privado (vía facilidades de pago por parte de las empresas constructoras o vía financiación por parte de la mayoría de los bancos españoles).

-          La solvencia del Reino dependió pues de solvencia de las empresas y de los bancos participantes y viceversa.

-          Debido a este elevado endeudamiento, fue necesario ofrecer una altísima rentabilidad para atraer financiadores, la cual contribuyó a una pérdida de credibilidad sobre la posibilidad de repago de las deudas públicas y privadas.

-          Al perderse la credibilidad los banqueros y los inversores internacionales optaron por no apoyar los planes reales, así que la Reina se vio obligada a suspender pagos.

-          Esta suspensión de pagos llevó aparejada la suspensión de pagos de empresas y bancos.

-          Tal era situación que finalmente el Reino de España quebró, se liquidó y dio paso a la Primera República la cual fue acogida con gran satisfacción por la sociedad de entonces por el mal momento económico que pasaba. También los políticos (los que mal influenciaban a la Reina y los que no) se vieron beneficiados con el final acaecido.


Varios hechos actuales parecen repetirse:

-          El Rey ha empezado públicamente a adoptar un papel político que ha originado el malestar de algunos políticos (catalanes en este caso). Se desconoce públicamente si ministros y/o religiosos cercanos a la corte como en el caso de Isabel II han influenciado en esa decisión.

-          La bonanza provocada por el boom inmobiliario sirvió para enriquecerse a personajes de la clase noble (dio paso a numerosos fondos públicos, y algunos de estos fueron a parar a empresas de algún noble -Duque de Palma, con tratos de favor en forma de subvenciones-)

-          El dinero destinado al boom inmobiliario también fue descomunal, el cual derivó en una crisis bancaria y en una cada vez mayor asunción de esta por el presupuesto público, generando cada vez más un mayor endeudamiento público.

-          El capital privado (bancos) también participó en gran medida en la financiación del boom inmobiliario  (empresas constructoras, bancos).

-          La solvencia del Estado depende de la resolución de la crisis bancaria y de la solvencia del sistema bancario español y viceversa.

-          Debido a este elevado endeudamiento público y privado y la alta dependencia de bancos y Estado es necesario ofrecer una altísima rentabilidad para atraer financiadores (en forma de prima de riesgo), la cual contribuye a una pérdida de credibilidad sobre la posibilidad de repago de las deudas públicas y privadas.

-          Estamos en un punto en que, si no se pide el rescate, los intereses de la deuda, los déficits futuros estimados (si se decide que todas las provisiones bancarias futuras las asuman los presupuestos públicos) y, según ello, la deuda futura estimada puede producir que exista una pérdida de credibilidad de los banqueros e inversores internacionales acerca de la posibilidad de repago de las deudas públicas. Es posible pues que, si no se pide el rescate, los inversores internacionales opten por no apoyar la deuda pública del Reino de España y que se vea obligado a suspender pagos.

-          También esta suspensión de pagos podría llevar aparejada la suspensión de pagos de muchos de los bancos y empresas del país.

-          Si finalmente se hiciese un referéndum (en reconversión.es se habla de esta posibilidad) y si en este referéndum se considerase que sale más a cuenta que simplemente el Reino de España quiebre y liquide, quizás los españoles acogerían con gran satisfacción un cambio político relevante: el paso de una monarquía a una República Evidentemente esto parece hoy casi imposible.


Aunque parece una posibilidad muy remota como seguramente ustedes pueden ver, si España no pidiese el rescate la historia podría repetirse. Seguramente, algunos políticos españoles no perderían demasiado con el cambio pero es necesario recordar a todos los españoles tres cosas:

-          El indispensable papel que tuvo la Corona hace treinta años en su papel de moderador y buscador de consensos y acuerdos que posibilitó uno de los períodos de mayor paz de nuestra historia

-          No tenemos ninguna garantía de que, tal y como está el actual sistema político español, lleguen a la presidencia de la República los más preparados, los mejores, los más equidistantes y los más formados para un cargo de tanta responsabilidad.

-          Tenemos un sucesor que ha estado preparándose toda su vida para el cargo, que le hemos entre todos pagado la formación necesaria, que conoce a las mayores personalidades del mundo y que por tanto puede ser un gran embajador de España y de nuestras empresas en el mundo, que parece estar preparado y que puede ejercer la equidistancia y serenidad que requiere el cargo de primer representante de nuestro Estado.

España en el pasado, la historia nos lo demuestra, ha sido muy inestable y en los últimos 30 años no.

Todo indica que si entre todos asumimos un mayor compromiso respecto a Europa, este período de paz en el país podría continuar durante muchos años. Pero para eso y para que no se repita la historia, quizás también sería necesario que:

  1. La Corona no se inmiscuyese en asuntos políticos, al menos públicamente.

  1. Que los casos aislados de comportamiento deshonesto se resuelvan con total transparencia y, en su caso, conforme la justicia lo estime oportuno.

  1. Que se solicite el rescate (para reducir los costes de financiación). Si no se hace, quizás, queriendo o no, se estará propiciando la quiebra del Reino de España.  

  1. Estudiar si es posible asumir por parte del presupuesto público todas las provisiones bancarias pendientes y la posibilidad de asunción de pérdidas por parte de accionistas y acreedores.

  1. Empezar a reducir la interdependencia de la solvencia de banca y Estado, solicitando amparo al BCE (dado que el problema se ha originado en Europa).

  1. Estudiar la forma de renegociar las deudas de forma que se puedan pagar, incluyendo la posibilidad de una posible quita.

  1. Negociar políticas de crecimiento (relajación de cumplimiento del objetivo de inflación del BCE y programas económicos de impulso del crecimiento económico a largo plazo) a cambio del rescate y las reformas económicas necesarias.


Todavía parece estar en nuestras manos nuestro destino. No desaprovechemos la ocasión de no repetir tan desgraciada historia. 

Solicitemos el rescate, pongamos orden y empezaremos a poder arreglar todo lo que se debe arreglar. Penas con pan no son lo mismo que penas sin pan. Si las penas son con pan, éstas se llevan mucho mejor y ello permite solucionar muchas, muchas cosas. Sólo hace falta voluntad y valentía política. La solución está en nosotros mismos. No hay enemigo externo. No tenemos excusa.


La historia a veces se repite. Recordarla sirve para no volver a cometer los mismos errores.