El Tratado de
Maastrich firmado en 1992 constituyó un paso crucial
en el proceso de integración europeo. En él se estableció, entre otras cosas,
la Unión económica y monetaria que no era más que la culminación del
proceso de convergencia de las políticas económicas de los diferentes estados
miembros.
Se determinaron las
siguientes condiciones de convergencia:
- Tasa de
inflación no mayor de un 1.5% respecto a la media de los tres estados de la
Eurozona con menor inflación (excluyendo los que sufren deflación)
- Deuda
Pública no superior al 60% del PIB
- El tipo
de interés nominal
a largo plazo no superior en un 2% a la media de los tres estados con menores
tasas de inflación
Posteriormente, en 1997,
se adoptó el Pacto de la Estabilidad y de Crecimiento para asegurarse, después de la entrada del euro,
la continuación de la misma disciplina fiscal que se había establecido entre
los países candidatos a su entrada en el euro.
El objetivo básico era garantizar una gestión sana de la Hacienda Pública en
la zona euro, con el fin
de evitar que una política fiscal laxa de un Estado miembro
penalizase a los otros a través de los tipos de interés y así dar
confianza a la estabilidad económica de esta zona. El objetivo del Pacto
era garantizar una convergencia sostenida y duradera de las
economías de los Estados miembros de la zona del euro.
Ahora bien, la reciente
crisis de 2012
ha puesto de relieve un factor que hasta ahora no se
había observado: la aversión al riesgo. En la práctica, ésta ha originado una
gran disparidad en las primas de riesgo de las economías europeas y contravenido
el objetivo último del Pacto de Estabilidad u Crecimiento de la
siguiente forma:
- Las políticas laxas de
algunos países miembro NO han penalizado la financiación y
confianza de algunos países (beneficio claro para los países como Alemania
cuyas economías generan mayor confianza en forma de financiación de su economía
en mejores condiciones) y SÍ han penalizado a los que las han
hecho.
- Ha provocado un empeoramiento de la estabilidad
económica de la Eurozona: todas las economías sufren o
empiezan a sufrir los impactos de la crisis (menos los países que están en
situación económica mejor)
- NO se ha garantizado la convergencia sostenida
y duradera de los Estados Miembros. Más bien, lo contrario.
El poder de negociación
de los países europeos más fuertes de hoy y su lentitud en la toma de
decisiones ha provocado que el crecimiento y la estabilidad de Europa se haya
visto dañado/a.
Es comprensible que
estos países deseen que los cimientos del proyecto europeo sean sólidos y
demanden un nuevo Tratado. Lo que no parece lógico es que no compren tiempo
para poderlo realizar,INCUMPLIÉNDOSE hoy los objetivos del Pacto de
Estabilidad y Crecimiento. Esta compra de tiempo puede ser ya sea mediante
unos menores diferenciales de financiación como a través de compras en mercado
primario del Fondo de Rescate Europeo y del BCE en el secundario.
En el nuevo Tratado,
obviamente existen muchos temas a incluir:
- Unión Política: Estructura Federal
con dos Cámaras, un
Consejo que represente a los Estados y el Parlamento a los ciudadanos, junto
con una Comisión Europea (CE) que sea el auténtico Gobierno de la Unión (el
presidente de la CE elegido por sufragio universal)
- Unión Fiscal: En el marco de este o un
nuevo PEC, se deberían decidir diferentes procedimientos y casuísticas
aplicables a lo sucedido en la práctica en los últimos años. En concreto,
establecer criterios relativos máximos y mínimos, que regulen tanto
las políticas laxas como el aumento de la divergencia de las diferentes
economías (excesivo superávit nacional relativo de capital -quizás revirtiendo
hacia los que tienen déficit-, diferencias en los tipos de interés
nominales nacionales a largo plazo no superior a las diferencias de competitividad
existentes,…). También se deben establecer instrumentos de deuda conjuntos de
la UEM (hasta el 60% del PIB, resto riesgo nación para fomentar que esta cifra
se aproxime lo máximo posible al nivel sostenible en el largo plazo del 60%).
Es necesaria la existencia de un control férreo a los países miembro para el
cumplimiento de los criterios relativos máximos y mínimos por
parte del Gobierno de la Unión (CE) y de procedimientos de salida en caso de
vulneración de unos u otros criterios. Ya sea por políticas laxas como por
excesos derivados del poder de negociación mayor de los países europeos más
fuertes (los países más fuertes de hoy, no tienen porque ser los de mañana, o
sí)
- Unión Monetaria: Si bien ya existe esta Unión Monetaria, se
debería demandar que el BCE considere como objetivo tanto el control de la
inflación como un crecimiento sostenible en el largo plazo en función de las
casuísticas existentes en cada momento.
- Unión Bancaria: Con un único supervisor bancario y su procedimiento
de actuación junto con un Fondo Monetario Europeo que asuma las funciones del
fondo de rescate europeo y que emita en un primer momento obligaciones
europeas conjuntas hasta un determinado límite.
Este Tratado quizás puede dar pie a que existan
países que se planteen una necesidad de refrendo electoral. Si fuese así, ello
significaría un riesgo de inestabilidad política y económica relevante.
Todo y ser así, considero que no tiene
nada de malo dar la palabra al pueblo puesto que, según mi punto de vista, el
proyecto europeo sólo existirá cuando así lo quieran sus ciudadanos. Y además
facilitará no sólo el inicio de la consciencia nacional europea como la toma de
decisiones por parte de todos los dirigentes nacionales, principal escollo actual
de la política europea.