martes, 28 de mayo de 2013

Propuesta sobre el euro: Moneda común y NO única



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Hasta el momento para intentar que los países periféricos salieran de la crisis en Europa se han aplicado políticas económicas de austeridad presupuestaria junto con devaluaciones internas de salarios (ante la ausencia de posibilidad de devaluación de tipo de cambio, para que los países ganasen competitividad y pudieran financiar de forma interna sus economías).

Ello ha servido para reequilibrar las balanzas comerciales de los países del Sur, pasando en algunos casos a ser superavitarias. Pero, por otra parte, estas políticas han tenido demasiadas consecuencias negativas (reducción del consumo, aumento del paro, pese aumentos impositivos ha aumentado el déficit público y la deuda, aumento de las probabilidades de impago,…).

Hoy parece claro que, aún solucionando los problemas, ello se haría tan a largo plazo que se generarían otros inconvenientes:

-    Graves crisis sociales

-   Pérdida de apoyo al proceso europeo que podría desembocar en un descarrilamiento futuro del proyecto europeo (quizás parte en elecciones de 2014, preocupante escenario en las siguientes)

-     Pérdida de la hegemonía económica de Europa en el mundo (no digamos ya la política, que siendo la UE la primera potencia en el PIB del mundo y la UEM la tercera potencia nunca se ha tenido políticamente ni de lejos).


El hecho de que parece que existe el riesgo de involución en el proyecto europeo puede propiciar un entorno en el que sea deseable la toma de decisiones para una pronta salida de la crisis.


Por ello, en la actualidad, se está produciendo un debate sobre cómo promover un euro menos caro para favorecer las exportaciones europeas, al calor de lo que han hecho otros países (EEUU y Japón) mediante una expansión cuantitativa por parte de sus Bancos Centrales.

Hasta el momento, parece que el BCE ha realizado una expansión cuantitativa pero cuidándose mucho de que el dinero no circulase demasiado y que por tanto no generase inflación.

Y hoy, la expansión cuantitativa realizada en EEUU y Japón parece no ser posible todavía en Europa dado que quien tiene que velar para que no haya inflación (BCE) nunca va a implementar una medida que la pueda generar, salvo que se le cambie su mandato (decisión política) al estilo de lo que se ha realizado en EEUU con la Reserva Federal Americana (objetivo: generar crecimiento).


¿Es necesaria la decisión política de dar el mandato al BCE para promover el crecimiento?

Seguramente hay elementos que lo apoyan, como que por ejemplo que creando inflación o favoreciendo las exportaciones europeas se puede facilitar el repago de las facilidades crediticias. También existen opiniones contrarias como las que opinan que se pueden producir burbujas en los mercados de bonos, demasiada inflación,…

¿Es suficiente?

Personalmente, si bien creo que podría ser necesaria esta medida, tengo mis dudas sobre su implementación y su suficiencia en una Europa con unos elevadísimos shocks asimétricos existentes:

¿Es posible que países como Alemania acepten que se realice una expansión cuantitativa cuantiosa como para permitir un euro un 40% más barato, que es lo que pueden necesitar las economías del Sur, si ello pone en peligro que se les dispare su inflación?

¿O abogará como máximo Alemania (en caso de que lo hiciera) por una expansión cuantitativa que suponga una depreciación del euro de un determinado % mucho menor que el % de devaluación interna de salarios que demandará a los países del Sur para no tener demasiadas presiones inflacionarias?

¿Es posible asegurarse totalmente que medidas de este tipo no generen inflación en los países donde se está realizando una devaluación de salarios y en cambio en otros sí? (ojo con las consecuencias sobre la capacidad adquisitiva de los ciudadanos)

¿No son los desequilibrios de los países del Sur demasiado amplios como para tomar este camino?

En teoría, una expansión cuantitativa (con su efecto depreciación de tipo de cambio) puede beneficiar a la inversión y a más exportaciones en relación a las importaciones y éstas por tanto pueden atemperar la caída del consumo (por la devaluación interna de salarios de los países del Sur) y la disminución del gasto público (por austeridad presupuestaria).

Pero surgen dudas: ¿qué tipo de expansión cuantitativa se va a poder permitir? ¿qué tipo de devaluación interna se va a exigir? ¿en cuanto afectará al consumo?¿en cuanto a la inversión y a exportaciones sobre importaciones? ¿ello va a permitir crecimiento? ¿cuánto crecimiento? ¿suficiente para generar empleo? ¿cuándo se va a crecer de forma suficiente como para crear empleo? ¿cuándo lo van a percibir los ciudadanos? Y sobretodo, ¿los ciudadanos del Sur van a querer formar parte de una UEM que les habrá perjudicado gravemente su nivel y calidad de vida con la bajada de salarios y paro existente (en su caso)?

Quizás los casos de EEUU o Japón son muy diferentes porque no sufren los shocks asimétricos que nosotros tenemos (dudo que existan zonas en EEUU o Japón que se deban plantear la necesidad de devaluación del 40%!). 


Así que, anticipándose a los probables efectos negativos de las políticas económicas que se puedan aplicar y a las consecuencias sobre el apoyo futuro de la ciudadanía al proceso europeo (para evitar la posibilidad de descarrilamiento político), existen diferentes economistas que están debatiendo diferentes posibilidades para el euro:


-  Economistas Alemanes: Antes de que sucedan efectos y consecuencias negativas, se debe considerar la “salida organizada” de los países del Sur (cada uno con su moneda, devaluándola un 30-40% para ganar competitividad sin tener el alto coste asociado para las personas y parte de la actividad -consumo interno- de una devaluación de salarios) y que sigan en el euro actual los Estados del Norte

-   Economistas Franceses: Antes de estos efectos y consecuencias negativas, implementar una moneda común NO única. Esta opción haría posible la devaluación de las monedas euro nacionales (euro-marco, euro-franco, euro-pesetas,…), las cuales estarían ligadas a un patrón común que funcionaría como moneda de cambio y de reserva internacional. Ello permitiría a estas monedas fluctuar en su seno y que los países del Sur pudieran realizar devaluaciones competitivas, necesarias para impulsar de su actividad económica sin tener el coste asociado de una devaluación de salarios.



Personalmente, me surgen muchas dudas acerca de la posibilidad apuntada por los Economistas Alemanes:

¿Es posible una salida organizada de los países del Sur y que subsista el euro sin problemas? ¿Es posible que ello no afecte a la confianza en la UEM? ¿Ello no tendrá efectos en la UE? ¿Ello no disminuirá el poder económico de la UEM (no digamos el político)? ¿Y el de la UE?

En cambio, una moneda común NO única como la que proponen los Economistas Franceses permite una devaluación del tipo de cambio del 30-40%, evita la devaluación de salarios y conlleva quita similar de deuda (%) si se quiere cobrar el principal (igual que la opción de los Economistas Alemanes), pero además también permite salvar a la UEM actual (y los efectos sobre la UE), su poder económico actual (de UEM y UE), las oportunidades futuras del euro (ampliación a más países,…) y la posibilidad de exigir nuestra parte en el lideraje político en el mundo.


En este extremo, cabe aclarar para quien esté reflexionando sobre los efectos teóricos de una Moneda Común y No Única (la UEM como ensayo de implementación de áreas monetarias óptimas en zonas con países muy diferentes) que:

-   El proceso de integración NO se puede realizar de espaldas a los ciudadanos (a corto plazo pueden no haber consecuencias negativas pero un proceso así se construye en décadas y puede descarrilar si se construye sin legitimidad democrática -los votos en democracia dependen demasiado de los aspectos económicos-. Hay que tener en cuenta la impopularidad de devaluaciones de salarios)

-     Para que no descarrile el proceso quizás se debe permitir la flexibilidad de la devaluación del tipo de cambio (mediante una moneda común no única) mientras se define e implementa la Unión Política, Monetaria, Bancaria y Fiscal para facilitar la compensación de posibles shocks asimétricos que se producen

-    En cuanto esté en funcionamiento el área monetaria óptima –Mundell- y exista una homogeneidad de condiciones económicas y fiscales (a determinar) la moneda común puede ser única para todos los países de la zona

-     Una vez sea así, si existen países que se quieren adherir, se les debe permitir la entrada pero con una moneda común no única durante el tiempo que sea necesario hasta tener las condiciones citadas (a determinar nivel / paridad). Cuando las cumplan podrían pasar a tener la moneda común única.


Quizás políticamente la decisión de instrumentar una moneda común NO única puede ser complicada (también la decisión de realizar expansión cuantitativa) pero hay veces que merece la pena reconocer los errores cuando se vislumbran: puede no ser posible la implementación de un área monetaria óptima con una moneda única si existen demasiadas diferencias entre países (culturales, económicas, políticas, laborales, sectoriales,…) pues se pueden producir como hemos visto elevados shocks asimétricos que quizás no pueden ser compensados a tiempo y por tanto pueden en el extremo hacer descarrilar políticamente los procesos de integración. 

La ventaja de la decisión política de instrumentar una moneda común no única frente a la decisión política de dar el mandato de crecimiento al BCE subyace del funcionamiento actual de la UE y del BCE: es altamente improbable que países como Alemania acepten la expansión cuantitativa en la cuantía que necesitan los países del Sur (y ello ralentizaría demasiado la salida y podría provocar los riesgos políticos citados).

En cambio sí es más probable que estos países acreedores acepten la aprobación de la moneda común no única, pues implícitamente con ella estarían acotando sus pérdidas a las quitas de deuda que hoy ya consideran casi inevitables y que quizás estarían dispuestos a aceptar (de ellas sólo la parte que les corresponde a acreedores públicos y privados de sus respectivos países). Para los países del Sur también tiene consecuencias positivas (salida pronta de la crisis sin el coste político asociado de la devaluación de salarios).


En la actualidad, la implementación de una moneda común y no única permitiría a Europa una pronta salida de la crisis, seguir liderando económicamente el mundo (UE), aprovechar las oportunidades futuras de la UEM (expansión) y poder exigir el peso político global que nos merecemos (similar a nuestro peso económico: UE la primera potencia y la UEM la tercera potencia en el PIB mundial). 

Vale la pena reconocer los errores a tiempo…y más si puede interesar a todos.

Además, una vez subsanados los desequilibrios existentes, siempre se podrá volver a la moneda común ÚNICA.