España ha sufrido en toda su historia numerosos problemas de pago en su deuda pública:
Monarca
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Año
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Felipe II
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1557
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Suspensión de asientos
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1575
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Suspensión de asientos
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1597
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Suspensión de asientos
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Felipe III
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1607
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Renegociación asientos
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Felipe IV
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1647
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Suspensión de asientos
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1652
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Suspensión de asientos
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1662
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Suspensión de asientos
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Carlos II
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1666
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Suspensión de asientos
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Carlos IV
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1799
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No se pagan los intereses
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Fernando VII
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1914-1820
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Déficit
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Isabel II
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1866
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Quiebra de la deuda
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Guerra Civil
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1939
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Impago deuda republicana
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Según mi opinión, tiene un
interés especial recordar el Reinado de Isabel
II (1833-1868), el cual acabó con un final desgraciado. No en vano llamaron
a la Reina, la Reina de los Tristes
Destinos.
Varios hechos
marcaron ese final desgraciado:
-
La Reina interfirió, influenciada por sus
ministros y religiosos de la corte, con frecuencia en la política de la nación
lo cual la hizo impopular entre los políticos.
-
La creación de la Red Ferroviaria supuso un boom
que sirvió para enriquecerse a muchos personajes de la clase noble (la madre de
la propia Reina o el Marqués de Salamanca, recibiendo éste incluso tratos de
favor en forma de subvenciones y otras prebendas).
-
La inversión realizada en la construcción del
ferrocarril fue descomunal y se realizó vía finanzas públicas y endeudamiento
público.
-
Esta inversión también comportó la financiación
por parte del capital privado (vía facilidades de pago por parte de las
empresas constructoras o vía financiación por parte de la mayoría de los bancos
españoles).
-
La solvencia del Reino dependió pues de solvencia
de las empresas y de los bancos participantes y viceversa.
-
Debido a este elevado endeudamiento, fue
necesario ofrecer una altísima rentabilidad para atraer financiadores, la cual
contribuyó a una pérdida de credibilidad sobre la posibilidad de repago de las
deudas públicas y privadas.
-
Al perderse la credibilidad los banqueros y los
inversores internacionales optaron por no apoyar los planes reales, así que la
Reina se vio obligada a suspender pagos.
-
Esta suspensión de pagos llevó aparejada la
suspensión de pagos de empresas y bancos.
-
Tal era situación que finalmente el Reino de España quebró, se liquidó y dio
paso a la Primera República la cual fue acogida con gran satisfacción por
la sociedad de entonces por el mal momento económico que pasaba. También los
políticos (los que mal influenciaban a la Reina y los que no) se vieron
beneficiados con el final acaecido.
Varios hechos actuales
parecen repetirse:
-
El Rey ha empezado públicamente a adoptar un
papel político que ha originado el malestar de algunos políticos (catalanes en
este caso). Se desconoce públicamente si ministros y/o religiosos cercanos
a la corte como en el caso de Isabel II han influenciado en esa decisión.
-
La bonanza provocada por el boom inmobiliario
sirvió para enriquecerse a personajes de la clase noble (dio paso a numerosos
fondos públicos, y algunos de estos fueron a parar a empresas de algún noble -Duque
de Palma, con tratos de favor en forma de subvenciones-)
-
El dinero destinado al boom inmobiliario también
fue descomunal, el cual derivó en una crisis bancaria y en una cada vez mayor
asunción de esta por el presupuesto público, generando cada vez más un mayor
endeudamiento público.
-
El capital privado (bancos) también participó en
gran medida en la financiación del boom inmobiliario (empresas constructoras, bancos).
-
La solvencia del Estado depende de la resolución
de la crisis bancaria y de la solvencia del sistema bancario español y
viceversa.
-
Debido a este elevado endeudamiento público y
privado y la alta dependencia de bancos y Estado es necesario ofrecer una
altísima rentabilidad para atraer financiadores (en forma de prima de riesgo),
la cual contribuye a una pérdida de credibilidad sobre la posibilidad de repago
de las deudas públicas y privadas.
-
Estamos en un punto en que, si no se pide el rescate, los intereses de la deuda, los déficits
futuros estimados (si se decide que todas las provisiones bancarias futuras las
asuman los presupuestos públicos) y, según ello, la deuda futura estimada puede
producir que exista una pérdida de
credibilidad de los banqueros e inversores internacionales acerca de la
posibilidad de repago de las deudas públicas. Es posible pues que, si no se
pide el rescate, los inversores internacionales opten por no apoyar la deuda pública del Reino de España y que se
vea obligado a suspender pagos.
-
También esta suspensión de pagos podría llevar
aparejada la suspensión de pagos de muchos de los bancos y empresas del país.
-
Si finalmente se hiciese un referéndum (en
reconversión.es se habla de esta posibilidad) y si en este referéndum se
considerase que sale más a cuenta que simplemente el Reino de España quiebre y
liquide, quizás los españoles acogerían con gran satisfacción un cambio
político relevante: el paso de una monarquía a una República. Evidentemente esto parece hoy casi imposible.
Aunque parece una posibilidad muy remota como
seguramente ustedes pueden ver, si
España no pidiese el rescate la historia podría repetirse. Seguramente, algunos políticos españoles no perderían demasiado
con el cambio pero es necesario recordar a todos los españoles tres cosas:
-
El indispensable papel que tuvo la Corona hace
treinta años en su papel de moderador y buscador de consensos y acuerdos que
posibilitó uno de los períodos de mayor paz de nuestra historia
-
No tenemos ninguna garantía de que, tal y como
está el actual sistema político español, lleguen a la presidencia de la
República los más preparados, los mejores, los más equidistantes y los más
formados para un cargo de tanta responsabilidad.
-
Tenemos un sucesor que ha estado preparándose
toda su vida para el cargo, que le hemos entre todos pagado la formación
necesaria, que conoce a las mayores personalidades del mundo y que por tanto puede
ser un gran embajador de España y de nuestras empresas en el mundo, que parece
estar preparado y que puede ejercer la equidistancia y serenidad que requiere
el cargo de primer representante de nuestro Estado.
España
en el pasado, la historia nos lo demuestra, ha sido muy inestable y en los
últimos 30 años no.
Todo
indica que si entre todos asumimos un mayor compromiso respecto a Europa, este
período de paz en el país podría continuar durante muchos años. Pero para eso y para
que no se repita la historia, quizás también sería necesario que:
- La Corona no se inmiscuyese en asuntos políticos,
al menos públicamente.
- Que los casos aislados de comportamiento deshonesto
se resuelvan con total transparencia y, en su caso, conforme la justicia
lo estime oportuno.
- Que se solicite el rescate (para reducir los costes
de financiación). Si no se hace, quizás, queriendo o no, se estará
propiciando la quiebra del Reino de España.
- Estudiar si es posible asumir por parte del
presupuesto público todas las provisiones bancarias pendientes y la
posibilidad de asunción de pérdidas por parte de accionistas y acreedores.
- Empezar a reducir la interdependencia de la
solvencia de banca y Estado, solicitando amparo al BCE (dado que el
problema se ha originado en Europa).
- Estudiar la forma de renegociar las deudas de forma
que se puedan pagar, incluyendo la posibilidad de una posible quita.
- Negociar políticas de crecimiento (relajación de
cumplimiento del objetivo de inflación del BCE y programas económicos de
impulso del crecimiento económico a largo plazo) a cambio del rescate y
las reformas económicas necesarias.
Todavía parece estar en
nuestras manos nuestro destino. No desaprovechemos la ocasión de no repetir tan
desgraciada historia.
Solicitemos el rescate, pongamos orden y empezaremos a poder arreglar todo lo que se debe arreglar. Penas con pan no son lo mismo que penas sin pan. Si las penas son con pan, éstas se llevan mucho mejor y ello permite solucionar muchas, muchas cosas. Sólo hace falta voluntad y valentía política. La solución está en nosotros mismos. No hay enemigo externo. No tenemos excusa.
Solicitemos el rescate, pongamos orden y empezaremos a poder arreglar todo lo que se debe arreglar. Penas con pan no son lo mismo que penas sin pan. Si las penas son con pan, éstas se llevan mucho mejor y ello permite solucionar muchas, muchas cosas. Sólo hace falta voluntad y valentía política. La solución está en nosotros mismos. No hay enemigo externo. No tenemos excusa.
La historia a veces se
repite. Recordarla sirve para no volver a cometer los mismos
errores.
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